La miel es mucho más que azúcar. La miel es una sustancia única que sólo puede ser producida por las abejas, ya que es absorbida varias veces por éstas y transformada en su buche de miel. El néctar de las flores se compone inicialmente de múltiples azúcares, como la maltosa, la sacarosa y la meliztosa. Las enzimas del estómago de las abejas descomponen estas largas cadenas de azúcar, principalmente en glucosa y fructosa. Cuando pensamos en nuestras lecciones de química, recordamos que estas reacciones químicas pueden producir a menudo nuevas sustancias. En el caso de la miel, un subproducto es el agua oxigenada o peróxido de hidrógeno (H ₂O ₂). Lo sabemos por el tinte del cabello, pero también por los limpiadores de heridas. Dado que el H ₂O ₂ mata las bacterias, desinfecta.

Pero el peróxido de hidrógeno no es la única razón por la que la miel tiene un efecto antibacteriano. El alto contenido de azúcar y el bajo contenido de agua proporcionan un entorno perjudicial para las bacterias. Mediante procesos de ósmosis, se retira el agua de las bacterias, ya que la miel es hidrófila, es decir, amante del agua. Esto hace que las bacterias mueran. Varios estudios han demostrado que la miel puede incluso eliminar las bacterias resistentes a los antibióticos. El requisito previo es, por supuesto, que la miel sea pura y no se haya calentado. Curiosamente, la «miel» producida en el laboratorio, es decir, una mezcla de azúcar con poca agua, no es tan eficaz en la lucha contra las bacterias. En este sentido, la abeja sigue estando un paso por delante de nosotros.

Aunque las bacterias multirresistentes son una amenaza cada vez mayor para nosotros los humanos, probablemente los métodos de tratamiento con miel tardarán más en ser aceptados y en establecerse. Sin embargo, cada vez hay más investigaciones serias en este sentido, por lo que quizá podamos esperar un rápido cambio de mentalidad.

Más info: The Conversation.