Las abejas obreras bailan para comunicarse. Con la llamada baile de ocho, una abeja obrera informa a las demás de la colmena de dónde se encuentra una fuente de alimento que merece la pena. Esta información es muy precisa y se ve reforzada por el olor de la flor. En el baile del ocho, la obrera camina unos centímetros en línea recta y mueve rápidamente su cuerpo posterior. A continuación, vuelve en semicírculo al punto de partida y realiza de nuevo el mismo movimiento. Al hacerlo, indica la dirección de la fuente de alimentación en relación con la posición del sol.
La posición del movimiento de la cola indica el ángulo medido desde la posición del sol. Cuanto más rápido baile y cuanto más tiempo lo haga, mejor será la fuente de alimento. Durante la danza, las demás obreras tocan el abdomen de la obrera con sus antenas y así captan el olor de la flor.
En el vídeo se puede ver la obrera con pantalones de polen bailando.
Las abejas utilizan la misma danza cuando enjambran. Esto indica a las otras abejas exactamente dónde se encuentra un posible nuevo hogar. Los científicos suponen que, en un principio, la danza se utilizaba principalmente durante el enjambre. Karl von Frisch fue el primer científico que estudió a fondo esta danza. Consiguió descifrar este tipo de comunicación en 1945 (¡durante la Segunda Guerra Mundial!). Recibió el Premio Nobel por ello años después.
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