Me siento probablemente como tú, abrumada con las duras noticias de actualidad: catástrofes naturales, incendios, calor, lluvias torrenciales e inundaciones. Hace un par de días el último informe del IPCC, traducido en “cristiano”: El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático dependiente de Naciones Unidas sobre el cambio climático, se confirma que los seres humanos somos la causa de todas estas catástrofes (¿Qué sorpresa verdad?). A veces lo cierto es que me empiezo a plantear si no llegamos demasiado tarde. ¡Pero no! No debemos perder la esperanza tenemos que responsabilizarnos y cambiar nuestro comportamiento profundamente desde ya, con cambios que quizás solo vamos a ver a largo plazo o que solo puedan empezar a ver nuestros hijos.


Foto: ABC News Australia

Sabías que innumerables estudios demuestran que los ecosistemas intactos (aquellos complejos con grandes relaciones de interdependencia entre especies) soportan mejor las catástrofes (llámense plagas, incendios, etc…). Los ecosistemas diversos y ricos son más resilientes dice este informe. Y yo desde mi faceta de apicultora deduzco: Cuantas más plantas en flor haya, más especies de abejas habrá y más resistentes serán. En un año seco o muy húmedo, algunas plantas y abejas aisladas o carentes de un entorno rico en diversidad biológica van a salir peor paradas, pero si viven en un entorno de gran diversidad, el ecosistema va a recuperarse más rápidamente. También se ha demostrado científicamente una y otra vez que cuantas más plantas con flor hay, más especies de abejas hay. La diversidad llama a la diversidad y lo contrario al desastre (¡Exactamente los monocultivos llaman a las plagas!).

Source: https://www.nature.com/articles/s41598-020-78736-x

Recuerdo que el año pasado tuve una interesante conversación con mi amigo Juan, nuestro Ladrón de Miel de la Sierra de Grazalema. Me enseñó uno de sus sitios de colmenas y orgulloso me dijo que él era responsable de la presencia allí de todas aquellas diferentes flores. Me contó que antes de poner allí sus colmenas llegó a tener muchas dudas porque aquellos terrenos habían sido pastoreados durante mucho tiempo por vacas, cabras y ovejas que lo habían dejado muy degradado. Juan tenía la teoría que desde que tenía sus abejas en este lugar cada año había más plantas en flor. Y lo cierto es que después pensando en esta idea me di cuenta de que probablemente con todas aquellas abejas pecoreando y polinizando las pocas plantas que pudiera haber, éstas habían producido más y más semillas y habían vuelto a propagarse.

Por supuesto, estos procesos llevan mucho tiempo y, especialmente en las zonas degradadas y con incendios forestales, el resultado sólo sería visible al cabo de unos años. Dependiendo de la situación, creo que sería incluso necesario plantar semillas de plantas o revitalizar el suelo. En cualquier caso, es hora remangarse las mangas y ponerse manos a la obra con la naturaleza. De proteger y promover la biodiversidad que nos queda. Al fin y al cabo, una alta biodiversidad y unos ecosistemas intactos protegen nuestros recursos naturales, como el aire y el agua limpios, y nos protegen de catástrofes aún peores. Hagámoslo por nosotros mismos, pero sobre todo por nuestros hijos, por las próximas generaciones.

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